intente gritar y mis labios y mi lengua, resecos, se agitaban convulsivamente en la tentativa; pero ninguna voz brotaba de mis pulmones cavernosos, que, oprimidos como por el peso aplastante de una montaña, jadeaban y palpitaban , lo mismo que mi corazón, a cada penosa y dificultosa inspiración. EDGAR ALLAN POE
martes, 28 de abril de 2009
lunes, 27 de abril de 2009
No espero ni remotamente que se conceda el menor crédito a la extraña aunque familiar historia que voy a relatar. seria verdaderamente insensato esperarlo cuando mis propios sentidos rechazan este testimonio. sin embargo, no estoy loco y tampoco lo he soñado. pero, por si muero mañana, quiero aliviar hoy mi alma, y para ello, me propongo presentar ante el mundo, clara, sucintamente y sin comentarios, una serie de sencillos sucesos domésticos que, solo trataré de aclararlos. A mi solo me han causado horror, pero quizás a muchas personas, más que terribles les parecerán extravagantes. mi visión una forma regular y tangible, y que no encuentre en las circunstancias que relato con horror más que una sucesión de causas y efectos naturales.
EDGAR ALLAN POE, EL GATO NEGRO
Suscribirse a:
Entradas (Atom)