Quisiera creer que el dolor, es solamente un malestar de mi cuerpo, pero talvez sea ese dolor el que me hace alejarme de esta perversa sociedad, ese maligna o talvez sublime presencia de mi cuerpo que me lleva a darme cuenta que lo único que espero es salir corriendo y no dar una vuelta atrás, caminar es como el dolor, cegarme de los problemas, de las preocupaciones de las inalcanzables metas que me he propuesto, desde que tengo uso de razón. En ocasiones me imagino estando en una clínica, postrada en una cama y padecer de una rara enfermedad que no haya sido diagnosticada, para que pasen los años y mi cuerpo se consuma, y caiga en un coma de tranquilidad y de un nuevo comienzo. Pero es una imaginación, y admiro nuevamente el cielo, no puedo decir estrellado porque sus luces ya padecieron desde hace un tiempo atrás, en ocasiones y cuando su recuerdo viene nuevamente a mí, encuentro una estrella que me acompaña, hacia ese lugar donde su silencio es tan profundo que puedo escuchar mis pensamientos, que no son tan alentadores, sino esclavizantes y extenuantes.
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Quisiera creer que el dolor, es solamente un malestar de mi cuerpo, pero talvez sea ese dolor el que me hace alejarme de esta perversa sociedad, ese maligna o talvez sublime presencia de mi cuerpo que me lleva a darme cuenta que lo único que espero es salir corriendo y no dar una vuelta atrás, caminar es como el dolor, cegarme de los problemas, de las preocupaciones de las inalcanzables metas que me he propuesto, desde que tengo uso de razón. En ocasiones me imagino estando en una clínica, postrada en una cama y padecer de una rara enfermedad que no haya sido diagnosticada, para que pasen los años y mi cuerpo se consuma, y caiga en un coma de tranquilidad y de un nuevo comienzo. Pero es una imaginación, y admiro nuevamente el cielo, no puedo decir estrellado porque sus luces ya padecieron desde hace un tiempo atrás, en ocasiones y cuando su recuerdo viene nuevamente a mí, encuentro una estrella que me acompaña, hacia ese lugar donde su silencio es tan profundo que puedo escuchar mis pensamientos, que no son tan alentadores, sino esclavizantes y extenuantes.
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